La reclamación de impagos es un procedimiento que genera múltiples molestias, porque las partes casi nunca se encuentran en los mejores términos. El acreedor suele sentirse engañado o desprotegido y el deudor, muchas veces, llega a la situación de impago por problemas personales o económicos que le han impedido honrar su deuda.
Reclamación de impagos. La fase previa, la negociación
La persona que se ha retrasado en los pagos, en muchas ocasiones, se ha encontrado con inconvenientes personales o de tesorería que le han imposibilitado cumplir en plazo. No siempre hay mala fe: a veces se trata de negocios que han ido peor de lo previsto, pérdidas de empleo, enfermedad o simplemente una mala planificación financiera.
Por otro lado, la persona que se ha quedado sin recibir el dinero que le corresponde se siente estafada y molesta ante la situación. Esa sensación de injusticia puede llevarla a cometer errores al momento de cobrar: amenazas, mensajes inadecuados, cortes unilaterales de servicio… Todo ello puede complicar una futura reclamación judicial. Sigue leyendo y entérate de cómo resolver una reclamación de impagos de la mejor manera posible, empezando por la fase previa de negociación.
¿Qué se entiende por reclamación de impagos?
Hablamos de reclamación de impagos cuando una persona física, una comunidad de propietarios o una empresa intenta recuperar cantidades vencidas y no pagadas que un tercero le adeuda. Puede tratarse de facturas comerciales, rentas de alquiler, suministros, cuotas de comunidad, préstamos entre particulares, etc.
En la práctica, el proceso suele seguir tres fases:
- Fase amistosa: recordatorios, llamadas, correos o conversaciones informales para intentar regularizar la situación.
- Fase de negociación formal: intervención de un abogado o gestor, envío de requerimientos fehacientes, propuestas de calendario o quitas parciales.
- Fase judicial: cuando lo anterior fracasa, se acude a los tribunales mediante un proceso monitorio, verbal u ordinario, según la cuantía.
Antes de llegar a los juzgados es clave analizar la documentación existente (contratos, facturas, correos, recibos bancarios) y valorar si el deudor tiene capacidad real de pago. De nada sirve una sentencia favorable si luego no se puede ejecutar porque no hay bienes o ingresos embargables.
Fase previa: comunicación y requerimiento de pago
Requerimiento amistoso
Lo primero suele ser un recordatorio cordial: llamada, WhatsApp, email o carta en la que se explica el importe debido, el concepto y la fecha de vencimiento. En muchos casos, un simple recordatorio a tiempo evita que el impago se enquiste y termine en conflicto.
En esta fase conviene mantener un tono respetuoso y práctico, dando opciones de pago y mostrando disposición a escuchar la situación del deudor. El objetivo no es “ganar una discusión”, sino cobrar.
Requerimiento fehaciente
Si el recordatorio amistoso no funciona, el siguiente paso es enviar un requerimiento fehaciente de pago (por ejemplo, mediante burofax o correo electrónico certificado). En él se deja constancia de:
- La identidad de las partes (acreedor y deudor).
- El importe exacto adeudado y el concepto (facturas, rentas, suministros…).
- La fecha límite que se otorga para pagar o proponer un plan de pagos.
- La advertencia de que, si no se atiende el requerimiento, se valorará la vía judicial.
Este paso es muy relevante, porque más adelante, ante un juez, demostrará que el acreedor actuó con buena fe, intentó negociar y dio oportunidades razonables para regularizar la situación.
La mejor vía para la reclamación de impagos es la negociación
Aunque el camino más viable para una reclamación de impagos es negociar la deuda, muchas compañías dedicadas a cobrarla escogen técnicas poco confiables y nada legales. Amedrentar, coaccionar o presionar sin medida no permitirá una negociación en buenos términos y puede incluso acarrear denuncias por parte del deudor.
Lo ideal es solucionar los conflictos sin tener que ir a juicio. Un juicio requiere tiempo, dinero y genera mucho estrés. Por lo tanto, reunir a las partes enfrentadas para conversar y llegar a un acuerdo que las beneficie a ambas es el primer objetivo: cobrar la mayor parte posible de la deuda y evitar la incertidumbre de un pleito.
Ventajas de la negociación frente al juicio
La negociación ofrece ventajas claras:
- Rapidez: un buen acuerdo puede cerrarse en días o semanas, mientras que un procedimiento judicial puede alargarse meses o años.
- Ahorro de costes: se reducen honorarios, tasas, peritajes y otros gastos asociados a la vía judicial.
- Flexibilidad: permite pactar pagos fraccionados, quitas, daciones en pago o garantías adicionales.
- Menor desgaste: se evitan enfrentamientos públicos, embargos y situaciones que deterioran completamente la relación entre las partes.
El papel del abogado como mediador
Los abogados deben ser garantes del bienestar de su defendido, pero también de la seguridad jurídica del proceso. Su actuación primordial en esta fase es ser mediador y conseguir el mejor acuerdo posible, evitando que el cliente acepte condiciones abusivas o que renuncie a derechos que podría defender en juicio.
Todo lo que se acepte debe quedar plasmado en un documento escrito (acuerdo privado, reconocimiento de deuda, novación de contrato…) firmado por las dos personas involucradas. Ese documento es el que dará efectividad al pacto y el que, en caso de incumplimiento, permitirá tomar las siguientes acciones legales con mayores garantías.
Dentro de estas negociaciones es válido proporcionarle al deudor nuevas fechas de pago flexibles. También se puede disminuir el monto de la deuda si se compromete a cancelarla de una vez (quita) o aceptar un bien material en pago (por ejemplo, un vehículo o un equipo informático), siempre que se documente bien la operación.
Errores frecuentes en la fase de negociación
Algunos errores habituales del acreedor son:
- Aceptar acuerdos de palabra sin dejar constancia escrita.
- Conceder plazos indefinidos “por confianza” sin un calendario ni garantías.
- Enviar mensajes amenazantes o insultantes que luego juegan en contra ante un juez.
- No asesorarse con un abogado especializado antes de firmar un reconocimiento de deuda o una quita importante.
Evitar estos errores aumenta las probabilidades de cobrar y reduce el riesgo de que el conflicto escale de forma innecesaria.
Se procede a ir por la vía judicial si falla la negociación
Aunque la vía judicial se evita a toda costa mientras exista otro medio de solución, de no ser posible una negociación, se puede acudir, en primera instancia, al proceso monitorio. Este proceso puede iniciarse mediante una simple solicitud formalizada en el Juzgado, acompañada de documentos que acrediten la deuda (facturas, contratos, certificaciones, albaranes firmados, etc.).
Si la cuantía no supera los 2.000 euros, puede realizarse sin la participación de Letrado y Procurador. Para la contestación es igual. Si no hay ninguna oposición del deudor en el plazo concedido, el proceso monitorio se transforma en título ejecutivo y se puede solicitar directamente la ejecución (embargo de cuentas, nóminas, bienes, etc.).
En cambio, si existe oposición del deudor, el procedimiento se “convierte” en un juicio declarativo, con un coste y complejidad que dependerá de la cuantía y de la materia:
- Juicio verbal para reclamaciones de hasta 6.000 euros.
- Juicio ordinario para reclamaciones de más de 6.000 euros o asuntos especialmente complejos.
En estos casos ya es muy recomendable contar con un abogado especialista en reclamación de deudas, que redacte correctamente la demanda, valore la viabilidad del asunto y calcule no solo el principal, sino también intereses y costas.
Se debe evitar, en la medida de lo posible, incurrir en procesos que demoren años, pues resultarán costosos y agotadores. A la larga pueden suponer un desgaste físico, emocional y económico para ambas partes. Por eso, incluso estando ya en vía judicial, sigue siendo posible cerrar acuerdos transaccionales que pongan fin al pleito antes de sentencia.
Documentación y estrategia en una reclamación de impagos
Para aumentar las opciones de éxito, es fundamental que el acreedor reúna toda la documentación relativa a la relación con el deudor:
- Contratos firmados, presupuestos aceptados o pedidos.
- Facturas emitidas y justificantes de entrega de bienes o prestación de servicios.
- Correos electrónicos, mensajes o cartas en los que el deudor reconozca la deuda.
- Requerimientos de pago (burofax, email certificado) y respuestas recibidas.
Con todo ello, el abogado podrá diseñar una estrategia adecuada: decidir si conviene empezar por monitorio, ir directamente a un declarativo, o incluso valorar otras opciones (compensaciones, dación en pago, resolución de contrato, etc.).
Si estás en Alicante y requieres de los servicios de un abogado
Si te encuentras en una situación de impago, tanto si eres acreedor como deudor, es importante que recibas asesoramiento jurídico especializado. Actuar por impulso o dejar pasar el tiempo suele empeorar el problema: se acumulan intereses, prescriben acciones y se deterioran las relaciones comerciales o personales.
En Alicante puedes contar con un despacho con amplia experiencia en la materia como Carlos Baño Abogados, donde valorarán tu caso de forma individual y te orientarán sobre la mejor vía para reclamar o defenderte frente a una reclamación de impagos.
En el despacho de abogados Carlos Baño León puedes encontrar al abogado que resuelva tu reclamación de impagos. Son un grupo de profesionales legales que trabajan en las áreas:
- Inmobiliaria y construcción.
- Reclamación de deudas.
- Reclamación de daños.
- Derecho civil.
- Derecho penal.
- Derecho mercantil y de empresas.
- Derecho laboral.
- Comercio internacional.
La opinión de Carlos Baño Abogados
Desde Carlos Baño Abogados recomendamos abordar siempre la reclamación de impagos empezando por una fase seria de negociación, apoyada en buena documentación y asesoramiento jurídico. Muchas deudas pueden resolverse con acuerdos razonables que permiten cobrar sin llegar a juicio.
Cuando la negociación no es posible o el deudor se cierra en banda, es fundamental escoger bien el procedimiento (monitorio, verbal u ordinario) y calcular correctamente las cantidades, intereses y posibles costas. Contar con un equipo de abogados especializados en reclamación de deudas en Alicante marca la diferencia entre un simple intento y una estrategia real de recuperación de crédito.
Si necesitas ayuda con una reclamación de impagos o cualquier otro problema relacionado con el Derecho civil o mercantil, puedes contactar con el Despacho de Abogados Carlos Baño o encontrarnos en Google Maps.

